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Rusia y los brazos abiertos de América Latina

Evan Romero-Castillo7 de agosto de 2014

América Latina es toda oídos desde que Vladimir Putin dijo que negociaría con algunos de sus países el incremento de sus exportaciones agropecuarias hacia Rusia. Está por verse si la palabra de Moscú es consistente.

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G20 Gipfel Russland Sankt Petersburg Wladimir Putin und Dilma Rousseff
Imagen: Reuters

El anuncio de que Rusia había prohibido con efecto inmediato la importación de carne, productos lácteos, verduras y frutas de la Unión Europea (UE), Estados Unidos, Noruega, Canadá y Australia acaparó la atención de la opinión pública internacional este miércoles (6.8.2014). Y América Latina es toda oídos desde que el hombre fuerte de Moscú, Vladimir Putin, dijo que negociaría con algunos de sus países el incremento de sus exportaciones agropecuarias hacia el gigante de Eurasia.

Rusia castiga así a los Estados que le han impuesto sanciones, alegando que el Kremlin se inmiscuye en la crisis interna ucraniana para atizar la discordia entre los separatistas prorrusos y el Gobierno central de Kiev. Y países como Argentina, Brasil, Chile y Ecuador se preparan para ser los primeros al sur del río Bravo en recibir petrodólares rusos a cambio de alimentos y productos agrícolas cosechados en sus tierras. La Asociación Brasileña de Proteínas Animales (ABPA) dice estar lista para aumentar su producción.

Rusia, que en 2013 fue el primer comprador de productos avícolas estadounidenses después de México, ha vuelto la mirada hacia Brasil, que le envió 60.000 toneladas de pollo el año pasado y podría enviarle 150.000 toneladas adicionales en 2014 bajo el signo de la crisis ucraniana. El Servicio de Vigilancia Veterinaria y Fitosanitaria de Brasil señaló que también está contemplado multiplicar las exportaciones de productos lácteos y otros tipos de carne hacia el territorio ruso. También Uruguay se beneficiaría con el golpe de timón de Putin.

Ganado argentino en la mira de los rusos.
Ganado argentino en la mira de los rusos.Imagen: DANIEL GARCIA/AFP/Getty Images

América Latina tiene mucho que ofrecer

En julio –antes de que el jefe del Gobierno ruso decidiera boicotear a los exportadores de alimentos comunitarios, estadounidenses, noruegos, canadienses y australianos–, el volumen de exportación de carne bovina uruguaya mostró un incremento interanual del 19,7 por ciento debido a un aumento notable en la demanda de Rusia. El Gobierno de José Mujica informó este 6 de agosto que los ingresos en este rubro ascendieron un 30,2 por ciento. En Argentina, los productores de soja también se están frotando las manos.

Aunque el grano cerró la jornada del miércoles (6.8.2014) con significativas ganancias, muchos productores han tendido a retener su soja con la esperanza de que su precio aumente aún más. De que Rusia es un mercado valioso, no cabe duda. En 2013, ese país importó 43.000 millones en alimentos y productos agrícolas. Es por eso que el anuncio de Putin ha generado tanto optimismo en América Latina, sobre todo en Sudamérica. No obstante, advierte una analista, está por verse qué tan consistente es la palabra de Putin.

“Rusia ha intentado diversificar sus relaciones comerciales, económicas o políticas; pero, en la mayoría de los casos, esos esfuerzos no han sido particularmente exitosos porque Rusia no tiene mucho que ofrecer ni se desarrolla lo suficiente como para tener qué ofrecer en el futuro. También China ha sido presentada por Rusia como un mercado alternativo para su petróleo y su gas, pero no se puede decir que Moscú y Pekín sean los grandes amigos”, comenta Susan Stewart, de la Fundación Ciencia y Política (SWP) de Berlín.

Nuevos paradigmas en un mundo multipolar

Los latinoamericanos cruzan los dedos para que la cooperación con Rusia se consume. “Argentina, Brasil, Chile y Ecuador tienen un interés genuino en hacer negocios con Rusia porque tienen mucho que ofrecerle; sus economías se complementan. Rusia no es un país rico, pero cuenta con un flujo de caja importante. Además, la agenda rusa no impone modelos socioeconómicos, políticos, éticos, morales o de gobernabilidad y eso es llamativo para los países de América Latina”, explica Víctor M. Mijares, del Instituto Alemán de Estudios Globales y Regionales (GIGA) de Hamburgo.

Algunos investigadores creen que América Latina reincide en el error de perfilarse como un mero exportador de materias primas, sustituyendo su dependencia económica de Estados Unidos por una nueva dependencia de China y, ahora, quizás, Rusia. Mijares relativiza ese argumento con uno propio: “Puede que lo que voy a decir no valga para Chile, pero sí aplica para Argentina, Brasil y Uruguay. Estos países son grandes productores de alimentos y los alimentos están por convertirse en el bien de consumo más importante para la estabilidad mundial”, sostiene el politólogo.

“Ser un ‘mero’ productor de alimentos ya no tiene la connotación negativa que tenía en el pasado porque los alimentos y las fuentes de energía son y serán elementos cruciales para el desarrollo de los Estados en el siglo XXI. Rusia debe involucrarse en el mercado de los alimentos si quiere mantener su posición de potencia mayor. Por otro lado, las distancias geográficas entre América Latina y Rusia –o entre Latinoamérica y China–neutralizan el temor a una excesiva dependencia o a la posibilidad de que potencias lejanas puedan convertirse en Estados depredadores”, agrega Mijares.