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Un cumpleaños agridulce

24 de octubre de 2002

"Nosotros, el pueblo de las Naciones Unidas, unidos por un mundo mejor..." Este es un cometido global vigente desde hace 57 años cuando, el 24 de octubre de 1945, entrara en vigor la Carta Magna de las Naciones Unidas.

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Sede central de las Naciones Unidas en Nueva York.Imagen: AP

La torta de celebración de la ONU tiene un sabor agridulce para invitados y no invitados. Mientras a la ONU la aquejan los problemas del mundo, el mundo sufre los problemas de la ONU. Pero, como si fuera poco, las Naciones Unidas padecen de "sí mismas".

¿Problemas de salud o de poder?

¿Cuál es el verdadero estado de esta gran dama de 57 años?, ¿Qué tanta influencia tiene? Y, sobre todo, ¿Para qué está sirviendo?

Por estos días el corazón de la ONU, el Consejo de Seguridad, es la muestra más evidente de cuán incoherentemente funciona su principal órgano. La disputa abierta entre las grandes potencias mundiales y el resto de naciones en torno al problema iraquí justifica las dudas sobre si la ONU se vale por sí misma o se deja utilizar como instrumento.

Una cosa está clara. Cualquiera que sea el texto de la resolución a dictar, su expedición definirá si los Estados Unidos continuarán su hegemonía estratégica bajo el techo de la ONU o por fuera de sus muros. Pero en este juego de fuerzas hay algo más en juego que la predominancia estadounidense: la autoridad moral y política de las Naciones Unidas. ¿Aceptarán pues los EE.UU. la autoridad de la organización universal que ellos mismos ayudaron a fundar?

La paz no pasa de moda

Pero la ONU no es tan inerme como parece ni tan anticuada como se cree. Su carta magna es el escudo más poderoso que tiene. Sus metas, así hayan sido formuladas hace 57 años – poco después de la Segunda Guerra Mundial - siguen siendo tan actuales como las crisis contemporáneas: "Preservar la paz mundial y la seguridad internacional", así como la "solución conjunta de conflictos". Otra cosa es que en Washington, Moscú, Berlín, Pekín o Quito se tomen caminos distintos.

La vía real es siempre empero, la democracia. La democracia como principal estrategia de paz. Y, precisamente es aquí en donde las Naciones Unidas se encuentran ante una disyuntiva histórica.

¿En dónde está quedando la lucha contra la pobreza?

La guerra precisa de una maquinaria militar y las frecuentes y persistentes acciones militares relegan, con el tiempo, los argumentos legítimos y políticos. El surgimiento y el afianzamiento de un pensamiento bélico van en contra del espíritu de libertad y democracia que asistió al nacimiento de la misma ONU.

El diálogo y la cooperación no son fórmulas vacías en los tiempos del terrorismo internacional. Estos están centrados en buscar las causas y la prevención o eliminación de la violencia, que, a menudo, tiene dos fuentes que las mismas Naciones Unidas se han comprometido a combatir: la pobreza y el totalitarismo.